Érase una vez una niña a la que le encantaba recortar figuritas de papel. Era alemana y se llamaba Lotte Reiniger.

Cuando se hizo mayor, le seguía gustando mucho hacer recortables. Y entonces tuvo la genial idea de hacer una película de animación con esas figuras recortadas. Esta historia pasó de verdad en los tiempos del cine mudo.

Durante tres años, Lotte se encerró en un estudio en Berlín con tres colaboradores y trabajó como una loca para hacer «Las aventuras del Príncipe Achmed». A pesar de lo antigua que es, esta película de animación sigue siendo una de las más bonitas del mundo.

Con unas simples tijeras, Lotte primero recortó en papel negro más de cien figuras. Cada una de ellas era un personaje. Algunas eran muy complicadas, como la del caballo del Príncipe Achmed, que tenía más de treinta articulaciones.

Después de pasarse muchos meses recortando, la cineasta pudo por fin empezar el rodaje. Para esta fase del trabajo tan importante, utilizó materiales técnicos bastante simples... Fijaos, con una mesa de cristal y una cámara fija colocada encima, tuvo suficiente para realizar esta obra maestra.

Pero ¿cómo pudo Lotte dar vida a todas las figuras? Es muy sencillo: primero, con mucha paciencia, y sobre todo, gracias a una técnica de rodaje que se llama animación imagen por imagen.

Con la ayuda de sus tres colaboradores, la cineasta puso los personajes de la película sobre la mesa de cristal, pero no de cualquier manera. Los iba colocando exactamente en la posición que requería la historia.

Después, Lotte fue filmando esas figuras imagen a imagen durante cuatro centésimas de segundo, más o menos, y entre las tomas iba modificando un poco las posiciones.

Hacen falta 24 imágenes para tener sólo un segundo de película, así que Lotte y su equipo tuvieron que repetir la operación ¡más de 100.000 veces! Ahora podemos entender porqué para hacer una película de animación se necesita tanta paciencia.

Filmadas durante cuatro centésimas de segundo, todas esas imágenes son fijas, como si fueran fotos. Vale, pero entonces ¿cómo es que las vemos moverse en la pantalla de cine?

La respuesta a este misterio es que en el cine la película se proyecta a una velocidad tal que el ojo humano no consigue darse cuenta de que las imágenes son fijas y distintas las unas de las otras. Por eso, tenemos la impresión de que están animadas.

Todavía tenemos que explicar un detalle técnico importante. Durante todas las tomas, la mesa de cristal estuvo iluminada desde abajo. Eso quiere decir que Lotte utilizó una técnica muy antigua para hacer esta película, la de las «sombras chinescas»

El teatro de sombras chinescas existe desde hace más de 2.500 años, y seguramente se inventó en la India y no en China. Este tipo de teatro también gustaba mucho en los países árabes...

¡Anda!, a lo mejor por eso la directora se inspiró en los cuentos de «Las Mil y Una Noches» para contarnos «Las aventuras del Príncipe Achmed».

Por eso los decorados de la película, que también están hechos con papel recortado, se parecen a los palacios de «Las Mil y Una Noches». Y también sale un tal Aladino con una lámpara maravillosa...

Como pasaba en las películas del cine mudo, a «Las aventuras del Príncipe Achmed» las acompaña en directo un explicador que lee los intertítulos, que son normalmente, unos textos bastante cortos escritos en letras blancas sobre un fondo negro, que nos explican lo que los personajes no pueden decir... porque son mudos.

Pero en el caso del Príncipe Achmed los rótulos están en colores porque la copia de esta película en blanco y negro está coloreada, como se solía hacer en aquella época.